Por Manuel
Sotelino/jerezania.com
Gran jornada la vivida en Jerez el pasado
sábado con los dos Vía-Crucis celebrados. Gran solemnidad, buen gusto,
elegantes cortejos y un gran nivel. Defensión puso de nuevo en la calle su gran
paladar cofradiero. Desde los signos de la fe que acompañaban a la cruz de guía
hasta los últimos acompañantes tras el magnífico paso del Santo Crucifijo que
de manera excepcional portaba la impresionante imagen del Cristo de la
Defensión.
Por otro lado, en el Pelirón, un año más, los
cofrades del Consuelo hacían lo propio con un gran Vía-Crucis presidido un año
más por la gran talla del Señor del Amparo. Este año, por ser el año de la Fe,
el Señor lució, más si cabe, en el que será su paso. No podía estar más guapo
el Señor del Pelirón y no pudo tener más regusto este piadoso acto.
Pero ahora también llega el momento de la
reflexión. Este Vía-Crucis ya venía con una polémica creada al trasladar el
oficial de la Unión de Hermandades a la jornada del sábado primero de Cuaresma.
Esta decisión, decimos, venía acompañada ya de polémica al haber algunas
hermandades afectadas bien por estar celebrando sus respectivos cultos o bien,
como era el caso del Consuelo, por tener esta fecha como la tradicional para su
Vía-Crucis por el barrio.
El argumento fundamental de quienes
defendieron el traslado de día del primer lunes de Cuaresma al sábado anterior,
era para incentivar a los jerezanos a participar más intensamente en este acto
que abre oficialmente la Cuaresma en Jerez. Pero visto lo visto, el experimento
ha quedado en la nada. Finalmente, para este viaje, quizá, no hicieron falta
esas alforjas.
Estuve en la salida del Santísimo Cristo de
la Defensión desde su convento capuchino. Y aunque había gente, quizá, tampoco
se concentraban una extraordinaria respuesta de público. En el transcurso en el
que acompañé al Cristo, que fue hasta la Santo Domingo, tampoco fue una marea
humana. Después me tuve que trasladar hasta el Consuelo por compromisos
contraídos. Pero me mantuve informado de lo que ocurría en la Catedral. Según
mis informantes, gente solvente, me comentaron que la gente de siempre. Ni más
ni menos.
Aunque la intención ha sido buena –de eso no
me cabe la menor duda- el resultado no ha sido el que todos hubiéramos querido.
Finalmente, hay que pensar en dejar las cosas tal y como están. No caben
mayores reflexiones. Eso sí, lo que se ha logrado con este experimento, es que
al final no hemos llegado a ninguna parte y que, por otro lado, se ha permitido
que todo el conjunto de cofrades estuviéramos divididos. Me refiero a que cada
cual tuvo que escoger estar en la Catedral o en el Pelirón. Eso sin contar con
muchos que se quedaron en las celebraciones de sus respectivos Quinarios. Basta
de experimentos y el año que viene, si Dios lo quiere, al primer lunes de
Cuaresma. Como toda la vida ha sido.