En la jornada del domingo, Primer domingo de Cuaresma, tendrá lugar en la Capilla de San Juan de Letrán, la
entrega de las partituras de la nueva marcha compuesta por el cofrade D. Juan
Carlos Gamino, profesor del Conservatorio de Música de Jerez.
Esta marcha, adjunta un
comentario del profesor Juan Carlos Gamino donde nos introduce a la marcha
dedicada a la titular mariana de la Hermandad del Nazareno:
"Cierra los ojos e imagina...
En tu cabeza, se van a suceder numerosas imágenes
cofradieras de la noche jerezana más bella, de la noche jerezana más dramática
a la vez que pintoresca: Los morados, los faroles, las impresiones pictóricas
de oscuros colores, el paso aparentemente irregular pero bien acompasado de
cargadores externos con horquilla, los pies descalzos de infinitas mujeres
devotas, las palmeras de Cristina… Un largo devenir procesional que desembocará
en la visión de un palio único, presidido por las lágrimas inexistentes en el
rostro maduro de una madre hermosa "traspasada por el dolor"...
La música que va a brotar de estos ensueños será rara,
pero a la vez bella; antigua, a la vez que actual; disonante, pero con una
disonancia que va a derramar tanta pena, que desembocará en una dulzura
aparentemente consonante resignada a aceptar aquello que está escrito...
La semilla musical, sembrada desde lo más alto, empieza a
brotar, repleta de acordes extraños, que intentan harmonizar con la tonalidad
de Do menor, como desprendiéndose de una guitarra escondida en el alma que se
ha destemperado dos tonos más abajo… El caminar vacilante pero con dulzura,
tras los pasos de Jesús, rompe en la nebulosa más oscura de una niebla repleta
de alteraciones siniestras en La bemol menor, para despejarse y volverse más
clara y aderezada, en Sol menor, gracias al lado femenino de una bella
aguadora, que desde Urano nos despeja la cortina de nubes para que podamos ver
la bellísima Luna de Nissan e intuir que la experiencia del dolor es necesaria
para heredar después la dicha que a todos corresponde... Vuelve Do menor, esta
vez fiero, más áspero y cruel, elevando al máximo el dolor a través de una
caída sangrienta provocada por un acorde de trecena, que multiplica la agonía
que nació en el dramático instante en el que fueron trece los que se reunieron
para cenar por última vez juntos… No es posible más dolor… El tambor, cuán bálsamo
redentor, nos alivia y nos prepara para escuchar, en Mi bemol mayor, el tema de
la resignación, en el que vamos a poder disfrutar de una belleza maternal, que
logra sobrevivir por encima de unos acordes dolorosos de disonancia añadida,
que aunque continuamente se clavan como puñal en el
pecho, no logran destruir la esperanza del Reino que
todos vamos a heredar… Reaparece tímido el tema principal, de nuevo aspirante a
sonar en Do menor, pero esta vez crece triunfante para estallar en una cadencia
plagal que nos deja abiertas, en Do mayor con la sexta añadida (en Do mayor a
la vez que en la menor), que nos deja abiertas, decía, las puertas de la
esperanza, de la esperanza en una Resurrección que está a punto de estallar
tras tres días de sueño y reflexión…
Quien tenga oídos…"