Tras años sumida en una casi oscuridad y
alejada de la devoción de los fieles, vuelve Ella al esplendor de los altares,
con la luz que nunca debió extraviar. El arqueólogo Manuel Esteve la calificó
como "la mejor virgen de Jerez", y de hecho cuentan que fue él quien
la bautizó como la Virgen de la Luz. Los técnicos de la empresa Ressur han
iluminado de nuevo esta figura tras un año y medio en el taller. Como una señal
de tristeza, de abandono casi de sí misma, la imagen estaba rota y al Niño
Jesús le faltaban los dedos de una mano. Se encontraba en la capilla del
Baptisterio de la Iglesia de San Marcos. Una talla de principios del XVIII
procedente de la antigua iglesia jesuita de Santa Ana de los Mártires. Una
imagen de tamaño menor al natural, cuyo rostro remite a otras imágenes
marianas.
En la década de los 70 del siglo XVII se sabe
que se funda una congregación, exclusivamente femenina, de la Virgen de la Luz
en la iglesia de la Compañía, que se cree, por documentación consultada por el
historiador jerezano José Manuel Moreno Arana, que fue la que le dio culto a
esta imagen. Años después, la iglesia es destruida por un incendio. Se
reconstruye entre finales del XVII y principios del XVIII. En esa época fue
cuando se hizo esta imagen. Cuando en 1777 se expulsa a los jesuitas de España,
se reparten todos los retablos por distintas iglesias de la ciudad. En el que
se veneraba esta virgen se traslada junto con el del Sagrado Corazón a San
Mateo, que actualmente se conserva en la capilla de San Blas. Al suprimirse la
congregación de los jesuitas, desaparecen también las de la Luz y del Sagrado
Corazón, "por ello, las imágenes no se trasladan sino que se quedan en la
iglesia de la Compañía que permanece como un oratorio privado de un colegio de
fundación real del mismo edificio", apunta Moreno. A principios del XVIII
cierra el colegio y es en ese momento cuando se cree que la Luz viene a San
Marcos.
Los historiadores apuntan dos posibles
autorías. Por una parte, se atribuye la obra a Camacho de Mendoza y por otra, a
Ignacio López. "Este último escultor, algo desconocido, pudiera tener
ciertas posibilidades de ser el creador", tal como asegura José Manuel
Moreno Arana, aunque no está del todo documentado. López era un escultor
sevillano, formado posiblemente en el entorno de Pedro Roldán, que se traslada
a El Puerto a finales del XVII y trabaja para toda la comarca donde realiza
muchas obras, desde el punto de vista de Moreno Arana. Algunas están
documentadas como el retablo de Ánimas de la Prioral de El Puerto y obras
procesionales en Jerez como las imágenes de la Hermandad del Desconsuelo, la
Virgen del Mayor Dolor y el grupo de La Piedad. Hay vírgenes que se parecen
mucho a la de La Luz, como el relieve de la Anunciación de la iglesia de San
Francisco, atribuida también a López.
Hay que destacar que la iconografía de esta
virgen es única, ya que no se ven vírgenes de esa época que figuren ofreciendo
el Niño. "En este caso quizás se lo esté entregando a algún santo, como
san Estanislao de Kostka o san Francisco Javier", apunta el cura de San
Marcos y deán de la Catedral, Antonio López. "No sabemos con claridad si
esta Virgen pertenecía a un conjunto o no, ya que se puede ver perfectamente
todo su alrededor, aunque otros historiadores hablan de que la imagen estaba
exenta", comenta Francisco García Brenes, director técnico de Ressur.
"La Virgen de la Luz ha estado mucho tiempo sin devoción por estar en la
Capilla Bautismal. Desconocemos si estaba ahí desde que llegó o se ha ido
cambiando de lugar con las distintas reformas del templo. Sin embargo, Manuel
Esteve sí que le tenía devoción y por su acceso a tanta documentación la llamó
de esta forma -de la Luz- al identificarla, creemos, con la Candelaria o la
presentación del Niño en el templo. Y Simeón comparó entonces a Cristo con la
luz", cuenta Antonio López.
Una pieza de gran calidad, única e importante
para la ciudad que ha sufrido a lo largo de su vida daños como mutilaciones,
golpes, fracturas, grietas y pérdidas de policromía que delatan las vicisitudes
históricas en las que se ha visto inmersa la escultura. "No tenemos
constancia documental de las intervenciones que podemos apreciar en la imagen.
Si bien, es muy evidente que se han llevado a cabo sin criterio técnico alguno.
Circunstancia ésta que ha perjudicado a la policromía y estructura de la
talla", analiza Brenes. Entre otras muchas tareas, se tallaron y
reconstruyeron aquellas piezas que habían sido mutiladas, con el fin de dar
continuidad formal y visual a la escultura. También fue necesario un
tratamiento de desinsectación mediante procedimiento químico aplicado por
inyección e impregnación. Una 'mesa de operaciones' milagrosa que una vez más
devuelve a la ciudad lo que el tiempo había enterrado con el polvo del olvido.