El Rosario de las hermandades se
demoró más que en años anteriores; pero desde primera hora de la noche, los
almonteños habían creado un «cordón de seguridad» en el interior de la ermita
de El Rocío para procurar un mayor orden a la hora de bajar a su Patrona del
altar. Es la tónica general desde que hace dos años la rotura de un varal del
paso de la Virgen del Rocío interrumpiera precipitadamente la procesión e
impidiera la visita a un gran número de filiales.
Se produjeron varios intentos
cuando pasaban quince minutos de las tres de la madrugada. Sin embargo, fueron
frenados por las hermanas camaristas que apaciguaron los nervios y permitieron
que, como es tradición, el Simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte llegara
al altar para el comienzo del recorrido. La desierta nave central de la ermita
permitió una salida de la Blanca Paloma muy rápida. Tras el salto a la reja,
que se produjo a las 3.24 horas de la madrugada, la Virgen avanzó hasta el
dintel de la puerta del santuario en apenas unos minutos.
Cuando la Virgen comenzó a salir
del templo éste se llenó, ya que en ambas naves laterales cientos de personas
ansiaban tener de cerca el divino rostro de Nuestra Señora del Rocío.
A las nueve de la mañana, la
Virgen aparecía en la Hermandad de Jerez y el júbilo de los rocieros jerezanos
eclosionaron en emoción y vivas a la Reina de las Marismas. Tras más de siete
horas de recorrido, la Virgen regresaba a su templo a las 10:25 de la mañana.