Eduardo Velo
Esta pasada semana ha deparado
noticias de lo más variopintas, desde la intención del Ayuntamiento de poder
anunciar la Feria Taurina de 2014 con la foto de Juan José Padilla retirada por
el Ayuntamiento de Barcelona; hasta la plaga de pulgas que ha afectado al IES
Asta Regia y al CEIP García Lorca. Pasando por la polémica en torno a la
ampliación en 20 kilómetros del carril bici planteada por la Junta de
Andalucía, el Congreso Caballero Bonald que este año ha tenido un matiz
especial por el hecho de la dedicatoria a los Premios Cervantes, o la tan
traída y llevada controversia con los palcos de Semana Santa tan demandados por
muchos y tan criticados por algunos.
Son noticias pasajeras que en
unos días, cuando ya no sean actualidad, solo quedarán para consultas en las
hemerotecas. Por eso hoy me quedo con lo que no es efímero, con lo que está
cosido a la propia ciudad en un lugar bullicioso pero a su vez íntimo, un
rincón del Jerez de siempre, donde, tras una reja y patio de naranjos se
esconde una página de oro del sentir de la ciudad.
Me refiero a San Juan de Letrán,
el templo testigo de los tiempos de una ciudad que se mueve entre taxis que
vienen y van y tertulias de bar. La iglesia de la Alameda Cristina que conoció
la entrega de San Juan Grande y que contiene tantas historias de milagros y
devociones es la casa de Jesús Nazareno, el Señor de Cristina, el Señor de
Jerez, de ese Jerez que une tradición y devoción, promesas con hábitos morados,
añejas estampas con vivencias íntimas y personales, que une generación tras
generación con el Señor de la cruz a cuesta como eje.
Hay quien escribió que hablar del
Nazareno es hablar de Jerez, de su esencia, de su historia, de su pasado, de su
presente devocional incluso. Es tanta su garra, tanta su tradición y tanto su
calor popular, que, debido a que hace estación de penitencia en la madrugada
del Viernes Santo, esta madrugada es conocida con el nombre de ‘La noche de
Jesús’. De ahí que, en la Madrugada del Viernes, se revivan escenas que hace
decenas de años observaron muchos sin variación apenas.
Cuando el Señor de Cristina se echa
a la calle por Semana Santa es la propia historia de la ciudad la que se pone
en movimiento.
Estos últimos días la imagen de
Jesús Nazareno, que se venera en su templo de la Alameda Cristina ha sido,
también, noticia, primero por su próxima restauración, lo que hará que esté
retirado del culto durante un tiempo y por otro por haber sido designada para
presidir el Vía-Crucis que organiza anualmente la Unión de Hermandades. Un
Vía-Crucis que en el marco de la celebración de los 750 años de la reconquista cristiana
de Jerez tendrá lugar por el interior del recinto monumental del alcázar. Mejor
elección, imposible.
Una reconquista cristiana que
sigue aún latente cada vez que vemos a alguien acercarse a sus plantas
intentando encontrar aquello que la sociedad sigue siendo incapaz de
solucionar. Una sociedad que se debate entre un progreso, a veces mal
entendido, una religiosidad y una cultura que ha hecho posible el ser como
somos. Una historia que se cuela, día a día, entre los barrotes de la reja de
San Juan de Letrán señoreando a Jerez.