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La hermandad de la Yedra inauguró
ayer la Cocina Autogestionada Nuestra Señora de la Esperanza, iniciativa que
pone el gran colofón a la coronación canónica de la imagen. Era el compromiso
contraído por la hermandad al hilo del reconocimiento canónico que recibió el
14 de septiembre la Dolorosa de la Plazuela. Al acto de ayer, en la misma
Cocina, asintieron el presidente de la Unión de Hermandades, Pedro Pérez, el
director de Cáritas Diocesana, Francisco Domouso, los delegados municipales de
Personal y de Bienestar Social, siendo el director espiritual de la hermandad,
el jesuita Marcelino Sánchez, quien bendijo las instalaciones.
La cofradía lo tuvo claro desde
un principio cuál sería la vertiente caritativa, además con un concepto claro:
el barrio y sus necesidades. Pero además orientó esta inversión tanto en lo
práctico, atendiendo las urgencias diarias, como a la formación de sus
beneficiarios. Así nació la Cocina Autogestionada Esperanza de la Yedra, tal
vez una de las más importantes y de las más ambiciosas iniciativas en esta
materia de caridad y de acción social en el orbe cofrade local, a la vez que
pionera en la forma de entender esta ayuda. Para la hermandad la acción social
no le es ajena. Actualmente atiende a 235 familias necesitadas de su barrio. La
Cocina se abre en un local situado en la calle Tío Juane, ocupa unos 80 metros
cuadrados y se dota de una cocina profesional adaptada a un proyecto que en su
conjunto supone una inversión por parte de la hermandad de más de 35.000 euros
en infraestructuras y adaptación del espacio, que es cedido por el
Ayuntamiento.
Las obras han pasado por
acometidas de agua, luz y albañilería, que se lleva gran parte de la inversión.
Para todo un año, la previsión es dar más de 8.000 menús "sin querer
asumir más para que no se vaya de las manos", argumentó a est emedio el
hermano mayor, Ildefonso Roldán.
La hermandad también asume la
materia prima para hacer las comidas. "Cáritas es mucho en todo esto ya
que su trabajo en la parroquia de Madre de Dios está a cargo prácticamente por
hermanos y en Cáritas depositamos la confianza en elegir las acciones y los
destinatarios de éstas", subraya Roldán, justificando así el por qué esta
entidad ha sido partícipe directa de la iniciativa.
La idea es que los beneficiarios
se impliquen en el proyecto cocinando los menús. De forma permanente habrá
cuatro personas para supervisar la mercadería, la preparación de los alimentos
y el control sobre el establecimiento, así como dos cocineros profesionales que
orientarán a los usuarios.
Este personal es voluntario y trabajará
desinteresadamente. Se han impartidos los oportunos cursos de formación
alimentaria y de manipulador de alimentos para los que ofrecerán su trabajo en
las instalaciones, que son voluntarios hermanos de la cofradía de la Plazuela y
de Cáritas de Madre de Dios.