domingo, 24 de noviembre de 2013

Opinión: Perdone si le ofendo, pero...

Diariodejerez.es/ José Vegazo

Perdone si le ofendo, pero… creo que nos estamos equivocando. Usted que me lee, y yo que le escribo. Hace tiempo que erramos el camino, que modificamos nuestros hábitos de conducta de tal modo que ya casi no reconozco, y estoy seguro que usted tampoco, el mundo de las hermandades y cofradías. Hace tiempo que confundimos, quizá con la mejor intención, la cáscara con el fruto, el continente con el contenido, y ahora no sabemos separar lo importante de lo volátil, lo superficial de lo trascendente.

Perdone si le ofendo, pero… creo que lo importante no es dónde empiece una Carrera Oficial, por mucho que defienda que deba empezar en el Monumento a las Cofradías. No creo que sea importante analizar cada paso que da la comisión técnica creada a tal efecto, convirtiendo en dogmas simples pasos intermedios, análisis previos a la decisión definitiva que deberá ser tomada en breves fechas, y que ya todos, y yo el primero, vamos adelantando. No creo que sea sustancial analizar la pericia de quienes trabajan por las hermandades y por la ciudad, como tampoco creo que sea importante la aptitud o ineptitud del Consejo de Hermandades y Cofradías, o la efectividad o inoperancia de la Delegación Diocesana de Hermandades.

Perdone si le ofendo, pero… casi que me da igual, a estas alturas, las hermandades que vendrán en breve a la Catedral. No sé si serán dos, tres o cinco, no sé si irán el Domingo de Ramos, cuando ellos quieran o cuando les dicte el Consejo. No creo en reuniones eternas donde es más importante la copa posterior que la reunión en sí, ni creo en las declaraciones de muchos dirigentes a distintos medios de comunicación.

Perdone si le ofendo, pero… a veces, los medios extrapolamos nuestros cometidos, convirtiéndonos en jueces improvisados de no sé exactamente qué juicio. Creo que damos demasiada importancia a comentarios hirientes escondidos bajo la más ruin de las cobardías, y amparados en muchos casos por conseguir una mayor audiencia de la que tenemos hasta ese momento. Entrada tras entrada soportando insultos, vejaciones y desprecios de quien no tiene otra cosa que hacer que mirar la casa del vecino, en lugar de ordenar la suya.

Perdone si le ofendo, pero… estoy convencido que nos estamos equivocando. Que hemos cambiado tanto la praxis diaria de nuestras corporaciones, su modo de vida, su rutina diaria, que ya no nos reconocen ni nuestros antecesores. Hemos dejado de lado lo importante, convirtiendo en dioses de barro nuestras devociones, nuestras imágenes, nuestras propias vidas.

Perdone si le ofendo. Pero creo que no tenemos ni la más remota idea de lo que estamos haciendo. Ni usted que me lee… Ni yo que le escribo. Casas de hermandad vacías, con más vida cibernética que real, cultos anclados en el pasado, actitudes escasamente cristianas en las alturas dirigentes, escasa formación, caridad reducida a cheques traicioneros, cofradías sometiendo a hermandades... Dónde las risas… Dónde el buen ánimo… Dónde la alegría…


Perdone si le ofendo… Pero el día que coloquemos a nuestras imágenes por encima de todo lo demás… Ese día… Quizá hayamos descubierto lo realmente importante.